martes, 24 de julio de 2012

Conflicto en el Puerto marplatense


Conflicto en el Puerto: violencia y dos detenidos en enfrentamiento gremial

(Diario El Atlántico) Por Julia Drangosch

Cuando uno de los armadores intentó atravesar la terminal 1 para alistar su embarcación se produjeron disturbios con los marineros de Simape, quienes impidieron la salida de los buques. Intervino Prefectura y el paro de actividades continúa
Durante la mañana de este lunes se produjo un violento enfrentamiento entre trabajadores de Simape y armadores, contexto en el que hubo amenazas, agresiones y disturbios, luego de que atentaran contra el naviero pesquero José Ramacci, quien intentaba ingresar por la terminal 1. Tras el hecho, en el que intervino Prefectura, detuvieron a dos de los gremialistas -uno de ellos Rodolfo Chávez- por tenencia de armas. El sindicato de marineros confirmó la continuidad del paro y desde el Somu efectivizaron una denuncia.
Era de esperarse. Todas las miradas estaban puestas en un mismo lugar, a una misma hora: lunes a las 8.30. Es que, la convocatoria a preparar los barcos para una posible zarpada en medio de un conflicto gremial que lleva más de 70 días, no es cosa menor. Aunque el sol no había terminado de salir, el movimiento en el Puerto ya se sentía. Y si bien es normal que en el sector haya trabajo prácticamente durante las 24 horas, dado el parate que reina desde hace 110 días, el ambiente no era el usual. Los trabajadores avalados por el Somu desafiaron el frío con abrigo y la compañía del mate mientras se aprestaban a preparar los barcos, a ponerlos a punto. “Las ganas de trabajar están desde hace bastante, así que para nosotros es un alivio esto”, comentó uno de los estibadores, quien se mostró contento por “la tranquilidad” reinante. “Está la gente de Prefectura y no creo que pase nada”, auguró. Sin embargo, el correr de las horas no le daría (para nada) la razón.
Hasta el momento, en el Puerto solamente se encontraban los estibadores, el personal de Prefectura Naval Argentina y algún que otro empresario. No había rastros de los trabajadores de Simape, siquiera en la sede del gremio, y eso generaba, cuanto menos, un poco de incertidumbre. El único comentario general que se escuchaba era que los buques se estaban armando tal y como estaba previsto, aunque el inconveniente estaba puesto en la falta de combustible ya que los encargados de suministrarlo se negaban a brindarlo “por miedo a represalias”.
Pasadas las 9 un auto ingresó a la terminal 1 y recorrió el lugar. Minutos después, llegó a escenaRodolfo Chávez, secretario gremial del sindicato, acompañado de algunos marineros. Ese fue el primer momento de tensión. Es que, cuando el periodista de Revista Puerto Guillermo Nahum tomó una simple fotografía del cuadro de situación, empezaron las agresiones. “A mí no me saqués ninguna foto, conmigo no te metas, porque ustedes dicen cualquier cosa”, le gritó y luego arremetió, cada vez con más coraje: “Que no vuelva a ver mi nombre en tu revista porque se arma”. Tras una seguidilla de agravios y fuertes amenazas – y mientras de a poco se acumulaba gente frente al ingreso- Chávezfue calmado y escoltado por sus compañeros. Ese sería el primer capítulo violento.
Los autos y camionetas circulaban con tranquilidad por las calles y de a poco ingresaban por la terminal. Lo mismo hacían desde temprano los trabajadores, de a pie. Sin embargo, cuando uno de los principales armadores del sector, José “Pipo” Ramacci, se alistaba para pasar, comenzaron los golpes. Primero, hacia el vehículo, luego sería entre los mismos trabajadores.
La camioneta negra logró pasar el cordón de gente, pero los mismos marineros la siguieron de cerca, atravesando la seguridad delimitada por Prefectura. Cuando alcanzaron el vehículo, y entre gritos, insultos y corridas, la supuesta presencia de un arma (desmentida después) produjo el pico de tensión: ante el movimiento del armador dentro del vehículo en busca de algo en su bolsillo o debajo del asiento, los marineros (y también los efectivos) pensaron que había un peligro, por lo que se abalanzaron sobre la camioneta y allí explotó la situación. Los alrededor de 70 trabajadores corrieron y comenzaron los golpes y empujones, mientras Prefectura intentaba, no con mucho éxito, separarlos. “Va a haber un muerto y se lo van a tener que comer ustedes”, gritó Chávez, ante la intervención de la fuerza.
En la desesperación de actuar hubo empujones, sangre y muchas amenazas. Incluso el mismo secretario adjunto de Simape, Pablo Trueba, abandonó su tono conciliador habitual y tuvo que ser separado de los marineros y empresarios por sus propios compañeros y las fuerzas de seguridad. Según gritaba y advertía “yo no me meto con la familia de nadie, con mis hijas no se metan”. Tras el arrebato, volvió la sensatez y los dirigentes gremiales, en sus cabales, intentaron desconcentrar el foco y se dirigieron a la puerta de la terminal, hacia donde fueron empujados por los efectivos de Prefectura, quienes cerraron las puertas.
Divididos por las vallas alambradas, del lado de afuera quedaron los marineros y, del de adentro, los armadores. En el medio, el grupo Albatros y los agentes de seguridad. Volaron algunas piedras y ambas partes vertieron agresiones y amenazas, embroncados por la situación, desesperados por la impotencia de no poder actuar. Para completar, los trabajadores de Simape volcaron un acoplado en la puerta de la terminal y, de esa manera, bloquearon e impidieron la circulación de cualquier tipo de vehículo, así como el ingreso y egreso de personas.
A partir de allí, se generó una falsa calma, interrumpida por momentos por algunos gritos y discusiones. Los tripulantes decidieron hacer oídos sordos a los comentarios de los marineros y, de a poco, se fueron alejando del alambrado y dirigiendo al sector de barcos, para intentar continuar con el armado de los buques. En ese momento, apareció en el lugar el secretario general del gremio, Juan Domingo Novero, quien más calmado que sus colegas, ofició como nexo entre las partes. En paralelo, algunos trabajadores de Simape rompieron un boquete en la pared, una pequeña “ventana” que fue custodiada por agentes de Prefectura para evitar desmanes.
El diálogo se produjo entre, justamente, Novero; el jefe de Prefectura, Walter Guido, uno de los armadores y José “Pipo” Ramacci. Lo que trascendió de la charla fueron frases sueltas. Según el titular de Simape, “este lunes era un día clave, porque podía llegar alguna propuesta”, pero la situación que se generó frenó cualquier avance. El pedido de los estibadores, repetido una y otra vez, era “poder trabajar”. “Me hacés un quilombo al pedo”, le dijo Novero a Ramacci y luego cuestionó: “¿Qué querés, que traicione a mi gente?”.
Después, la discusión giró en torno a porcentajes y aumentos. Walter Guido intentó encausar la situación, sin suerte, ya que ninguna de las partes quería dar el brazo a torcer. “Te puedo garantizar lo que pase acá, pero lo que pase a partir de Martínez de Hoz, no”, se escuchó que le dijo a Ramacciy a uno de los armadores, ante el pedido (casi desesperado) de poder terminar de alistar los busques para salir. “Mandalos a su casa”. La misma frase, la esbozaron y reiteraron ambas partes. Ninguno quería ceder y los ánimos ya estaban más que caldeados.
Pasaron algunas horas y la situación no avanzó. Los marineros no pensaban moverse de sus lugares, a pesar del pedido de su propia dirigencia. “Están cansados, tus marineros tienen hambre pero ellos también”, le confió Trueba a Ramacci minutos después de intentar persuadir a la gente para desconcentrar el lugar. Así las cosas, un grupo se trasladó al sector de la banquina, para intentar un ingreso o no se sabe bien qué, ya que durante varios minutos se mantuvieron allí, frente a los agentes de Prefectura, sin hacer demasiado, mezclándose con los turistas quienes, sin tener idea, habían elegido aprovechar el día gris paseando por el Puerto local. Poco a poco, el lugar se fue vaciando de gente y la jornada parecía calmarse, dejando un sabor amargo en las partes: ni había acuerdo, ni se habían podido terminar de alistar los buques; lamentablemente, más que destrabarse, el conflicto tomó un tinte más oscuro, que al fin y al cabo seguramente termine perjudicando, como siempre, a los trabajadores.
UN PARO QUE SIGUE FIRME
Consultado sobre la tensa situación vivida minutos antes de su arribo, Novero esquivó las balas y se separó de la cuestión. “Yo no vi nada de un arma, creo que una camioneta de un empresario atropelló a dos compañeros que estaban en la puerta, pero eso es el folklore de acá”, deslizó, haciéndose eco de las declaraciones de su compañero, Trueba, quien había afirmado que “un empresario atinó a agarrar algo, no sé si un revólver o un cuchillo pero Prefectura lo frenó”. En ese sentido, con el correr de las horas se confirmó que lo que había en la camioneta era solo una vitorinox y que el armador no intentó, en ningún momento, pasar por encima de los trabajadores con su vehículo.
Nosotros estamos tratando de hablar con los empresarios y seguir, lo que yo les pido a los trabajadores es que no nos enfrentemos entre nosotros, es una locura y no lo voy a permitir”, advirtió el dirigente y luego relató que el jueves pasado hubo una reunión con las dos cámaras y que posiblemente hubiera una propuesta para este lunes, pero que dadas las condiciones se desestimó. “El diálogo es lo que no hay que perder, porque esto va a terminar en una masacre y no queremos eso”, agregó, para finalizar criticando que siempre hay alguien “que pone una piedra”. “Vinimos acá para tratar de hablar con los marineros del Somu y pedirles que se vayan; el paro continúa hasta que no se llegue a un acuerdo”, confirmó.
En tanto, el secretario seccional del Somu Mar del Plata, Rubén Manno, adelantó a El Atlántico que ya prepararon una denuncia ante la Fiscalía y Prefectura por el accionar del Simape. “Lo que sucedió esta mañana de lunes fue una locura llevada a cabo por un grupo de delincuentes”, consignó Manno, al tiempo que criticó el accionar de Prefectura, ya que no estuvieron garantizadas las condiciones acordadas.
Sino esto no hubiera pasado”, se lamentó y luego apuntó: “Ahora, para que nosotros podamos salir, exigimos intervención del Ministerio de Seguridad; si el Puerto no se desaloja, es imposible que podamos trabajar”. “Acá se nos está cortando la libertad de trabajo y esto ya no es un paro para discutir un problema salarial”, concluyó.
VIOLENCIA Y DETENCIONES
Cuando la situación parecía calmarse –al menos momentáneamente- en el Puerto, un nuevo hecho generó, todavía un poco más de tensión. De acuerdo a lo que confirmaron desde la comisaría tercera, dos afiliados del Simape fueron detenidos en un auto en la intersección de Vértiz y Édison portando una escopeta recortada y un revolver calibre 32. Según confiaron las fuentes policiales, “la aprehensión se dio luego de que un grupo de desconocidos generaran destrozos en la oficina de Ramacci, el armador que fue agredido durante el encontronazo en el Puerto”. Uno de los sujetos esRodolfo Chávez, el secretario gremial del sindicato, quien hace un mes amenazó al periodistaRoberto Garrone y este lunes repitió su actitud con otro colega del mismo medio.
“NO LE TENGO MIEDO A LOS TEMPORALES, A ELLOS TAMPOCO”
Notablemente alterado, y más triste que enojado, el armador José “Pipo” Ramacci dialogó con los medios algunos minutos después del violento incidente. Tuvo palabras fuertes hacia los marineros al calificarlos como “delincuentes” y resumió el conflicto como algo ajeno a su labor. “Lo que quieren no se lo puedo dar, y eso es la personería gremial. Se han llevado una ciudad a remolque y me pregunto dónde están quienes nos defienden”, afirmó el armador pesquero, quien criticó la medida en la terminal 1 “porque esta es la llave de la ciudad donde se va y viene la riqueza”.
Esta gente nos va a hacer fundir, yo ya estoy fundido”, se sinceró el armador y luego entendió que, en el actual contexto económico, más que lo que se les ofreció no se les puede brindar. “No sé qué es lo que quieren. La gente que está acá es la que quiere trabajar ¿Nos van a pegar a todos?”, se preguntó y luego acusó a los marineros de tener una actitud violenta, porque “no vinieron a hablar, vinieron a parar la terminal del Puerto”.
Por último, Ramacci pidió intervención de alguna fuerza, autoridad o alguien que se haga cargo de esta situación. “Me van a sacar muerto de acá, hace 54 años que trabajo. No le tengo miedo a los temporales, a ellos tampoco”, finalizó.
ZARPADA DE BARCOS
De acuerdo a la información que circuló desde Prefectura, aunque la zarpada de barcos estaba programada para esta semana, luego de que se terminarán de alistar las embarcaciones, durante este fin de semana habrían salido dos buques. Así, se trataría del buque Don Santiago y del Santa Antonia. Esta última unidad, perteneciente al empresario Pedro Baldino, habría salido sin autorización.
¿150 EFECTIVOS?
Según había indicado Prefectura local al portal especializado Revista Puerto, con el objetivo de garantizar las condiciones de salida de los buques, ayer se montaría un operativo especial del que participarían 150 efectivos, entre ellos el grupo Albatros, especializado en control de disturbios. “Las terminales 1, 2 y 3 serán custodiadas por policías regulares, patrulleros y personal especializado de la fuerza de seguridad. Aseguramos contar con la cantidad y calidad de efectivos necesarios para garantizar el orden público y la libertad de trabajo”, habían expresado. Sin embargo, la situación de violencia y tensión a la que se llegó en la jornada dejó a las claras que los efectivos no fueron suficientes o que no se actuó tal y como estaba previsto, pues los desmanes fueron varios y los barcos, finalmente, ni pudieron alistarse ni pudieron zarpar.

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